miércoles, 29 de octubre de 2008

Totalidad

Para el zen, espiritualidad significa totalidad; para el zen, sagrado significa totalidad. Incluye y transforma todo; todo debe ser incluido y trascendido. Cuando se incluye todo surge un equilibrio. Y eso significa exactamente que las cosas son iguales. El sexo no es la sirvienta, ni el corazón la reina, ni la razón o la cabeza el rey. Todos son iguales. Permite que te lo repita. A menos que pienses en términos de igualdad, nunca alcanzarás el equilibrio. Todas las partes son iguales. Ninguna de ellas es el amo y señor, ni la criada.
Esa es la revolución zen: todas las partes son amos y señores y criadas. Hay momentos en que el sexo se sienta en el trono, y hay otros en los que las emociones ocupan ese lugar, y aun otros en los que la razón está entronizada, pero ninguno de ellos lo está de manera permanente, sino que tiene lugar una rotación. Eres una rueda en rotación, y esas tres partes son los radios. A veces uno de los radios aparece arriba y otras veces abajo, pero los tres sostienen la rueda. Ese debe ser el significado de la trinidad cristiana, y el de la trimurti hinduista, los tres rostros de Dios; un Dios detrás de todo, con tres rostros. Ninguno es el rey, ni la reina, ni la sirvienta; todos son señores y sirvientes. Eso significa que nadie es amo y nadie sirviente, sino que son juntos; se sostienen entre sí, viven entre sí, y entre ellos existe una gran amistad.
Entabla amistad con tus tres elementos. No te identifiques sólo con uno, o empezarás a quererlo instaurar en el trono para siempre. Entabla amistad con los tres, respeta a los tres y recuerda que eres los tres, y que no obstante estás en el centro de todos ellos.

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